domingo, 24 de marzo de 2013

PAGAR POR ELLO

Siendo "ello" comprar un tebeo digital.

Como todos sabréis The Private Eye es un tebeo de Brian K. Vaughan y Marcos Martín que te puedes bajar en pdf, cbr o cbz a cambio de la voluntad. Como si quieres bajártelo sin pagar.

Este tipo de experimentos tiene algún precedente en la escena musical. Radiohead lanzó In rainbows con ese sistema (por el que pagué 6 €) en febrero de 2005, y año y medio después lo publicó en CD, alcanzando el nº 1 en varios países, dejando picuetos a propios y extraños.

En su sección de "preguntas más frecuentes" Vaughan y Martín dicen que entre sus planes no están editar su cómic en formato físico, porque "aún amamos los cómics en papel, especialmente a sus vendedores, pero esto es algo diferente". Vaughan y Martín han trabajado gratis en el tebeo y sólo lo continuarán si el dinero que obtienen es suficiente. Estiman que un precio de 99 céntimos de dolar es lo que ven más justo. Si tenemos en cuenta que los comic book en papel oscilan entre los 2.99 y los 3.99 $ y que los autores se llevan una pequeñísima parte de esa cantidad, no es que sea justo, es que es un buen dinerito si la demanda es suficiente, un dinerito que va íntegro a su bolsillo. Bueno, íntegro, lo que se dice íntegro, no.

El precio de un tebeo en papel tiene que cubrir la paga de los autores, el trabajo de la editorial, la impresión y la distribución, y tiene que darle beneficios a todos y cada una de esas partes. Contra lo que afirman Vaughan y Martín en su caso el dinero no va el 100% a ellos, también hay que pagar la creación y el mantenimiento de la página web y algún sistema de recaudación de dinero. Y ahí es donde, al menos para mí, han metido la pata.

El sistema usado en este caso es Paypal en dos modalidades, por un lado si tienes cuenta en esa empresa y por otro haciendo de intermediario entre tu tarjeta bancaria y los autores. Entiendo que Paypal es un sistema de pago seguro y cómodo para todas las partes, aunque la misma empresa es consciente de que no todo el mundo tiene por qué tener cuenta en Paypal, de ahí que ofrezcan la segunda opción. El problema, para mí al menos, es que en ese caso te obligan a darles tu dirección física y tu teléfono. Y por ahí no paso.

Es lógico que para toda transacción hagan falta una serie de datos, pero vivimos en una economía en la que los datos personales son un bien muy valioso, de ahí que la Ley impongan una serie de condiciones sobre el uso de dichos datos. Paypal no necesita los datos que me piden para darme el servicio que necesito, en este caso una descarga. Compro con asiduidad en internet, y cada transacción, como es lógico, necesita de unos datos mínimos.

Un par de ejemplos: Amazon necesita tu dirección física para mandarte lo que les compras y un teléfono para avisarte si hay algún problema con el envío. Lógico. Tulipia, web en la que puedes regalar flores, te pide la dirección de la persona destinataria y del comprador  sólo un teléfono por si hay algún problema con el envío. Lógico también. Cuando compro música en la página web de Marillion me piden la dirección física sólo si compro CDs físicos, pero el teléfono es opcional y piden el email si son mp3s.

Sin embargo, cuando compré el disco de Radiohead lo único que me pidieron fue un email para mandar confirmación de la trasacción e información sobre la banda. El resto de la operación, pago incluido, se hizo mediante un formulario en el que pones tus datos bancarios, te conecta con tu banco y se realiza el pago. Ni más dirección física ni más teléfono. Porque para una descarga no son datos necesarios. Ni por seguridad (porque son totalmente falseables en un cuestionario por internet) ni porque se necesiten para que el producto te llegue. Lo diga Paypal o el sunsuncorda.

¿O acaso no pondríais cara rara si en el Mercadona te preguntaran dónde vives cada vez que fueras a comprar? ¿No soltarías un "a ti que te importa"? ¿Por qué entonces a algunos les parece tan normal que te pidan datos que no aportan nada a la transacción y sin más explicaciones? Porque, de hecho, la propia Paypal sí que explica por qué necesita el teléfono pero no por qué necesita el resto de datos no bancarios:

En definitiva, que Paypal puede pedir los datos que quiera, que yo me reservo el hecho de dar lo que me apetezca. Los perjudicados por este sistema estúpido somos los autores y un servidor. Los intermediarios, de nuevo, jodiendo la marrana.

Lo que han hecho Vaughan y Martín es parte del futuro de la distribución de contenidos culturales. Mal que les pese a los lobbies de la industria y a los intermediarios que han abusado tanto de autores como de consumidores durante décadas. Es la versión 2.0 del titiritero o el teatro que daba su espectáculo en la plaza del pueblo y dejaba el pago a la voluntad del espectador. O del labriego que vendía sus productos en la misma plaza y regateaba con el comprador. Una transacción económica directa y sin intermediarios en la que si te preguntaban dónde vivías desconfiabas y mucho. Y con razón.

Mi deseo es que los autores busquen métodos alternativos de pago, que los hay, o que Paypal cambie su política, lo cual es bastante más difícil. Porque estoy deseando poder pagarles con un dinero que creo que se merecen, y sí, darle su parte al que permite dicho pago, pero eso y nada más.

jueves, 7 de marzo de 2013

NO MORE GRAPA

Panini se está convirtiendo casi en la única editorial que publica en formato comic book.  Las demás, salvo casos aislados de ECC, ya están sacando sus colecciones en tomos más o menos voluminosos. De las 16 publicaciones que pienso comprar en marzo (se nota que las editoriales están preparando la artillería para la Ficomic de abril) 10 son comic books, de los que 9 son de Panini.

El lanzamiento de Marvel Now es el momento propicio para dejar de comprar comic books. Y no porque los tebeos de esta línea sean malos, sino -como dice en todos sus artículos Raimón Fonseca- por todo lo contrario.

El problema es este:

Y hay otras cuatro baldas en el mismo estado.
Esto son las compras desordenadas de unos tres años. Y tengo otra igual que esta. Por la falta de tiempo me he limitado a apilar tebeo sobre tebeo, por lo que están por orden de compra, pero no por colecciones. Hay muchos tomos, pero aún más comic books, un formato que me encanta, pero que a la larga está dando más problemas que alegrías, a  saber:

Son demasiado baratos. Por tanto compras muchos. Muchos de los cuales no son buenos. Muchos de los cuales compras por inercia y afán completista. Durante años y años y años. Por eso tengo tebeos de La Patrulla X escritos por Austen y dibujados por Larroca. Por poner un ejemplo  doloroso.

Son difíciles de almacenar. Si los pones en horizontal acaban doblados. Si los pones en vertical luego no hay manera de encontrar y sacar un número concreto. En todo caso, a poco que te descuides, se deterioran con facilidad.

La periodicidad choca con la narrativa. Por suerte o por desgracia los tebeos cuentan cada vez menos cosas. Muchas veces mejor, pero menos: menos texto (lo cual no es malo, nos ahorramos parrafadas innecesarias) y menos viñetas por página. Además, de un mes para otro te vas olvidando de lo que ha pasado el mes anterior. Aunque eso será cosa de la edad.

Muchas colecciones acaban reeditadas en tomo. Por ejemplo ECC está editando 52, una serie bien maja, en tomos. Yo la tengo en comic books desperdigados por el caos de la foto anterior. Si quisiera releerla me costaría más tiempo encontrar los 52 tebeos que su lectura.  Y cuando veo esos tomitos tan majos es que me da hasta coraje. Lo peor es que muchas veces picas y acabas comprando en tomo lo que ya tenías en comic book.

Así que por estas razones, y porque me hago mayor, y yo qué sé más, voy a dejar de comprar las nuevas colecciones en comic book. O bien me compro tomos inéditos (hace mucho que lo estoy haciendo) o me espero a que los comic books salgan en tomo. Lo cual tiene varias ventajas, o eso creo yo.

Son (relativamente) caros. La página de un comic book de Panini o de un tomo de tapa blanda sale a unos ocho céntimos. La de un Marvel Deluxe, casi a 10 céntimos. El tomo, al ser más caro, hace que te lo pienses más a la hora de comprarlo, así que adiós a la compra por rutina, bye bye completismo idiota. Lo caro te ahorra dinero.

Se guardan y ordenan mejor. Te vuelves menos loco si quieres buscar un número concreto. Y también lucen más en las estanterías, y eso mola.

Las mejores series se acaban publicando en tomo.  Con lo cual ya tienes hecho parte del proceso de selección. Aunque, bueno, Panini ha sacado en tomo hasta el Spiderman de Jenkins y Buckingham, que no era un coñazo, sino lo siguiente. Pero con no comprárselo... Además, hoy en día es posible tener un primer contacto "digital" con el material que te permita ir formándote opinión.  Es cierto que puede que haya series potables que no acaben en tomo, pero bueno, no se puede tener todo. 

Seguro que vosotros podéis aportar más razones a favor y en contra. Ahí queda la sección de Comentarios para ello. Mientras, y poco a poco, voy a ir ordenando los comic books, apartando aquellos que merezcan relectura y guardando el resto. Lo que no sé bien aún es cómo guardarlos. Hay cajas especiales para ese fin. ¿Alguno sabéis si van bien y dónde se pueden comprar a buen precio?

Marvel está en un periodo creativo tan bueno, está publicando tebeos tan chulos que realmente merece la pena la espera de un par de años para verlos recogidos en bonitos tomos. Así es y actuaremos en consecuencia.

¡Nos vemos en los tomos!

miércoles, 6 de marzo de 2013

EN BUSCA DE LA DIGNIDAD: APOLOGETAS DE LA NOVELA GRÁFICA

Santiago García tiene a sus espaldas una dilatada y más que competente trayectoria como articulista (que levanten la mano los que recuerden a Trajano Bermúdez) y traductor. En su labor como divulgador ha escrito una obra de referencia titulada, sí, La Novela Gráfica. Aunque defensor del término, también reflexiona sobre la controversia alrededor del nombre y tras ese título se esconde un buen y accesible repaso a la Historia del Cómic. Ahora bien, el texto de presentación de la obra es de aúpa:

"¿Qué es la novela gráfica? En los últimos años, el cómic se ha hecho mayor. Un caudal de obras ambiciosas e innovadoras está dando a lo que tradicionalmente se había considerado un producto infantil un prestigio cultural comparable al de la literatura y el arte. Podríamos decir que estemos asistiendo, de hecho, al nacimiento de un nuevo arte."

Y yo sin enterarme: El cómic se ha hecho mayor. Prestigio cultural comparable al de la literatura y el arte. El nacimiento de un nuevo arte. Claro que sí...

Porque el cómic era menor de edad, sin prestigio. Demonios, ni siquiera era arte. AHORA está naciendo como arte. Y ¿por qué? ¡¡¡Pues gracias a la novela gráfica!!! Foster, Raymond, Tezuka, Kirby, jodeos. Ni erais ambiciosos, ni innovadores, sino que hacíais productos infantiles que, desde luego no eran arte. ¡¡Haber publicado novelas gráficas, y no estúpidas tiras o cuadernillos!

Y para más inri, y en calidad de recopilador, García (que es un tío majísimo y me cae genial, de veras) tiene en imprenta Supercómic. Mutaciones de la novela gráfica contemporánea, definido como "libro de ensayo colectivo". Vamos, lo que antes se hacía como fanzine, pero en libro, que para eso nos hacemos mayores.

Respetable, por canoso, autor de novela gráfica.

Y el índice de capítulos, ah, el índice de capítulos merece varias relecturas:

«Después del cómic. Una introducción», Santiago García.
«La autobiografía en el cómic. Una muy breve introducción a un tema muy extenso, visto desde una bicicleta en marcha», Eddie Campbell.
«Love and Rockets o la cumbre de la ficción seriada», Ana Merino.
«Los fracasos de Chris Ware», David M. Ball.
«La imparable extensión de lo nimio», Raúl Minchinela.
«La memoria gráfica y las sombras del pasado», Daniel Ausente.
«M+M», Mireia Pérez y Max.
«Don Sórdido goes global. Miguel Ángel Martín y las gestiones de la violencia», Eloy Fernández Porta.
«Un zoom para Shintaro Kago», Jordi Costa.
«La escena del crimen. Nuevas aproximaciones al género negro norteamericano», Óscar Palmer.
«Dioses y patria: viñetas políticas en el cómic norteamericano contemporáneo», Pepo Pérez.
«"...yo soy Pagliacci" [el (presunto) sacrificio superheroico y la "mentira" (fundadora) social]», Fernando Castro Flórez.
«Entrevista con Emmanuel Guibert: el hombre tranquilo y las pequeñas cosas», Alberto García Marcos.

Mi favorito es el penúltimo capítulo, con ese paroxismo de comillas, paréntesis y corchetes. O esa "La imparable extensión de lo nimio". Segunda parte de La insoportable levedad del ser. Que era insoportable, por cierto. No la levedad del ser, sino la novela.

Que seguro que los artículos del libro son buenísimos, pero los títulos,... ¡qué títulos! Me retrotraen al post anterior, el dedicado a los Comas y Guberns del mundo, porque esto me suena al mismo tipo de crítica justificativa y con ínfulas. La que no necesitamos. Al menos, la que yo no necesito.

Corolario: Me parece bien que quien quiera usar el término "novela gráfica" lo haga. Un nombre como otro cualquiera. Pero si lo utilizas para poner etiquetas, para dar lustre a tu obra, para no sé qué intentos de dignificación,... conmigo no cuentes. Porque se trata de una situación coyuntural que es posible, o no, que se prolongue en el tiempo y que no parte de una iniciativa autoral sino de unas necesidades mercantiles a las que los autores se están adapatando como lo harían, y lo han hecho a lo largo del tiempo, a otros formatos y circunstancias. Porque, ya nos lo dice película tras película Walt Disney, lo importante es el interior.

Postdata. Y en el próximo post cuento por qué me voy a hacer consumidor casi exclusivo de "novelas gráficas". No es una continuación, pero casi.

martes, 5 de marzo de 2013

EN BUSCA DE LA DIGNIDAD: LOS SETENTA Y OCHENTA, QUE DAÑO HICIERON.

Soy habitual consumidor de libros de historia y estudios sobre el cómic, y a las pruebas me remito.

Tengo más, pero eso me pasa por comprar una Billy de las estrechas en el Ikea.

En los años 70 y 80 hubo un boom de estudios sobre el cómic, uno de cuyos orígenes los tenemos en las revistas Cuto (1967) de Luis Gasca y Bang (1968) de Antonio Martín, alrededor de los cuales creció una plétora de críticos y estudiosos entre los que tenemos nombres ilustres como los ya citados o Román Gubern, Jesús Cuadrado y Javier Coma.

Coma era un ente omnipresente. Su firma estaba por doquier. Cuando Novaro publicó un tomo de historietas de los años 50 de Superman, al rebufo del éxito de la película de 1978, fue Coma el que escribió el prólogo, un condescendiente compendio histórico en el que citaba como momento álgido del personaje su enfrentamiento con Muhammad Ali, una historia que leída hoy bascula entre lo ingenuo y lo aburrido. Aunque a mi perro le gustó bastante. Al menos el sabor de la portada.

Pero qué hijo de perra...

La intención de este grupo de críticos era tanto estudiar como "reivindicar" y "dignificar" el medio. También de repartir sellos de "arte" y "no arte" según su propio y arbitrario criterio. Una de las apoteosis de su labor fue el coleccionable Comics Clásicos y Modernos que publicó El País. La primera frase, que transcribo literalmente cursivas y todo, le retrata: "Al igual que el cine, el jazz o la novela negra, los comics constituyen un medio de expresión característico de nuestro tiempo". El cine, no la televisión. El jazz, no el pop ni el rock. La novela negra, no la novela de ciencia ficción. Liando medios y géneros en un batiburrillo infernal.

Pero mi momento favorito es el capítulo 14 titulado Con Resnais, reivindicación. Porque según Coma tuvo que llegar el cineasta Alain Resnais para que el cómic se reivindicara, ya que consiguió, junto a "personalidades como Umberto Eco, Federico Fellini, Marcel Brion (...) y un largo etcétera de intelectuales en el que se agolpaba la flor y nata de las críticas cinematográficas francesa e italiana [de las que surgió] la consideración de los comics como el noveno arte, en forma parecida a la previa cualificación del cine como el séptimo (la fotografía era el octavo)". Sí, amigos, tuvieron que llegar los críticos de cine italianos y franceses para salvarnos. Y gracias a que el cine y la fotografía ya habían sido considerados como arte, que si no, tampoco.

Pero bueno, qué esperas de una obra sobre cómics en la que John Steinbeck aparece nombrado tres veces y Osamu Tezuka o Jack Kirby ninguna. Pues eso, que es una puta mierda. Y punto.

Lo he guardado durante 25 años porque sabía que algún día lo podría poner a parir.

Durante décadas el estudio y difusión del cómic en España ha sido un continuo intento de sacudirse los complejos, poniéndose a la sombra de otras artes populares, dando un poco de penita y con cara de "fijaos en mí, también merezco vivir". Y lo hacía con un estilo alambicado y seudo intelectualoide heredero de la crítica cinematográfica más pedante heredera de Cahiers du Cinema, uno de los males que Francia ha propagado por el mundo. Otro han sido las monedas de 20 céntimos de euro. Por su culpa no son de 25, pero esa es otra historia.

Salvo para hincharse a escribir artículos en El País y en las revistas de Toutain, esta corriente crítica sirvió para poco, y desde luego nada para la auténtica difusión y popularización del tebeo y acabó volviendo al estudio del Cine y la novela negra.

Las nuevas generaciones de críticos, con Toni Guiral a la cabeza, han optado por un enfoque más historicista  y menos etiquetador, usando un estilo más sencillo y directo. Sin embargo el uso y abuso en prensa del término "novela gráfica" me retrotrae a la época que he descrito anteriormente. Parece que si es en forma de "novela gráfica" el producto es mejor y más digno. Y está surgiendo una corriente crítica y autoral que apunta en ese sentido.

Venga, va, otro Continuará.

lunes, 4 de marzo de 2013

EN BUSCA DE LA DIGNIDAD: LA NOVELA GRÁFICA, ESE INVENTO

Yo lo tengo claro: una novela gráfica es un tebeo más o menos gordo con más o menos páginas y una encuadernación más o menos resistente que permite, y ahí está el quid de la cuestión, una vida comercial mayor y unas mejores perspectivas de ser vendida en librerías generalistas, Fnacs y demás.Y si no, dejemos que hablen los sabios:

Alan Moore: "Es un término comercial por el que no tengo ninguna simpatía. El término 'comic' me sirve. El problema es que 'novela gráfica' ha llegado a significar 'tebeo caro' y lo que consigues es que gente como DC y Marvel, debido a que las 'novelas gráficas' estaban consiguiendo cierta atención, ponen juntos seis capítulos de cualquier basura de la que publican dentro de una cubierta vistosa y lo llaman Hulka La Novela Gráfica".

Neil Gaiman es usualmente presentado como el autor de las novelas gráficas de Sandman, pero es totalmente consciente de que Sandman se publicó en formato comic-book impreso con tintas malas en un papel que ya era amarillento cuando salió de la imprenta: "Me quieren hacer un cumplido, supongo. Pero de repente me siento como alguien a quien le han informado de que realmente no es una puta, sino que es toda una dama".

Otro pergeñador de comic books, Jeff Smith, apunta en la misma dirección, pero con matices: "No me gusta ese nombre, nos lo están metiendo a presión. Es un comic book, Pero con una diferencia, es una novela en el sentido de que tiene planteamiento, nudo y desenlace".

Moore en la entrevista antes reseñada apoya este matiz: "Puedes llamar novela a Maus, o a Watchmen, en términos de densidad, estructura, tamaño, escala, seriedad del tema, cosas así".´

Pero tanto Moore como Smith soslayan que sus obras, y también Maus, se publicaron serializadas (como muchas de las grandes novelas del siglo XIX) y sólo cuando triunfaron en ese formato se convirtieron en "novelas gráficas". Y que cada comic book tiene su propia estructura en tres actos. Y que hay novelas sin densidad, estructura, tamaño, escala ni seriedad.

En la escena nacional Paco Roca afirma que la novela gráfica permite "más páginas, una narrativa diferente y una mayor cabida de diferentes temáticas y enfoques gráficos". Lo único que tengo claro es lo de las páginas. De lo demás hay contraejemplos a porrillo.

Para mí la relevancia de la novela gráfica es simplemente comercial, la moda más o menos duradera que la mercadotecnia reclama en estos momentos. La misma historia que ahora se presenta como novela gráfica de 200 páginas hace 20 años se hubiera publicado en formato comic book sí o sí. Y hubiera sido tan estupenda o tan chunga en un formato o en otro.

Y sin embargo, de cara al público, el formato si define a la obra. Una novela gráfica, un tomo, o como quieras llamarlo, es más atractivo y vendible para un público no iniciado, y mucho más regalable que un cuadernillo. Contra la opinión que se tenía, y que algunos aún tienen, un tebeo barato y de pocas páginas ya no contribuye a popularizar el medio. Una "novela gráfica", sí.

Es decir, desde este punto de vista, bienvenida sea la 'novela gráfica'. De otra forma es un formato más, ni mejor, ni peor, ni medio pensionista.

Pero, por supuesto, hay gente que teoriza y practica en sentido contrario.

CONTINUARÁ. Hasta entonces:




domingo, 3 de marzo de 2013

EN BUSCA DE LA DIGNIDAD: CÓMO LE LLAMAMOS AL NIÑO

Uno de los problemas de nuestro amado medio-arte en su percepción social ha sido siempre su nombre. Es lo que tiene haber nacido a finales del siglo XIX, cuando todas las palabras chulas ya estaban pilladas. Tío, que la música es el "arte de las musas". ¡Supera eso! Si el comic lo hubieran inventado los griegos, otro gallo nos cantaría. De hecho, ellos, y otros muchos artistas antes y después que ellos, contaron historias de manera gráfica pero no se daban cuenta de que estaban haciendo algo distinto a la pintura o la escultura.

El problema del nombre es universal. Si le llamas comic, lo haces porque los primeros publicados en EEUU eran de temática cómica. Si lo llamas bande dessinée o banda desenhada haces referencia a una de las maneras de ser presentado, las tiras de prensa. Fumetti es curioso porque es el nombre que dan lo italianos a los globos o bocadillos, siendo este elemento, el hecho de poner el texto en un globito que apunta al personaje, el hecho que los expertos e historiadores señalan como crucial en el nacimiento del comic tal y como lo entendemos. Y qué decir, del manga, traducible como "dibujos caprichosos" o "garabatos".

En España no lo tenemos mejor.  Historieta tiene un sufijo ciertamente peyorativo. Tebeo proviene de la conocida revista humorística-infantil TBO, que es como llamar danones a los yogures. Cómic es el típico anglicismo triunfante que se soluciona con la tilde de rigor, como en córner.

En mi casa no los llamábamos de ninguna de estas maneras, sino como "cuentos". Hasta que un día, en Carmona, visitando a mi tío Paco, el niño gafotas, gordito y cabezón que era yo se paró ante un quiosco (también llamado "carrillo" por estos lares) y pidió un cuento. Y me dieron esto. Exactamente esto.

Benji y Oliver versión tardo-franquista.
Lo que yo quería era un Spiderman de Verttice en el que se peleaba con el Hombre Ígneo. O sea, como me dijo el simpático (no lo era) quiosquero, un "tebeo de Spiderman". Pues tebeos desde entonces.

En todo caso, en todos los casos e idiomas, se toman partes por el todo y se funden y confunden contenidos y continentes, el arte con sus obras.

Y no es que sea un caso único. Su mellizo el Cine también tiene su larga historia de nombres poco satisfactorios. Cine viene de cinematógrafo, que es la máquina que inventaron los Lumière, que sí se apañaron para buscar un nombre molón griego. Película o film hace referencia al material mediante el cual se proyectan (o casi mejor, proyectaban) las obras cinematográficas. Y si te pones pedante, cómo no utilizar la palabra celuloide, el material que no se usa desde los años 40 porque arde fácilmente, como pudimos comprobar en Cinema Paradiso . Y no podemos olvidar movie porque se mueven o pictures porque son imágenes (en movimiento).

Y sin embargo la percepción social del cine ha sido siempre mejor que la del cómic, aunque haya producido obras tan horribles o más que cualquier tebeo. A lo mejor, porque como decía Hugo Pratt, los tebeos son "el cine de los pobres". Una mentira como otra cualquiera, salvo que te refieras a que se pueden producir historias con medios mucho más limitados y baratos que los que utiliza el cine, que entonces vale, la compro.

"Los nombres tienen poder" es uno de los lemas de Neil Gaiman, y tiene razón. En nuestro caso los nombres han servido para perpetuar el estigma de infantilismo y "para tontos e iletrados" que ha tenido nuestro medio, que se expresa en lugares comunes tan estúpidos como que "los tebeos son un buen inicio para la lectura". De hecho, lo estúpido es hacer coincidir "infantil" con "tonto", pero eso es otra historia.

En fin, que en esas llevamos un siglo, acomplejados por nuestra propia irrelevancia, por no poder conseguir una denominación que nos eleve al Olimpo de las Artes. Hasta que alguien dio con las palabras mágicas. Hasta que alguien acuñó...

LA NOVELA GRÁFICA.

Behold the graphic novel!

Continuará.